jueves, 20 de junio de 2013

Nuestra transferencia (Por Neil Anderson)


Col 1:13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo

Quizá hayas escuchado la ilustración de dos perros. Algunas personas dicen que tenemos dos naturalezas dentro de nosotros compitiendo por el control de nuestras vidas. Afirman que nuestra vieja naturaleza pecaminosa, la cual heredamos del desobediente Adán, es como un gran perro negro. Nuestra nueva naturaleza la cual heredamos a través de la obra redentora de Cristo, es como un perro blanco. Estos dos enemigos son enemigos, con la intención de destruirse uno al otro. Cada vez que te involucras en pensamientos o comportamiento mundano, estás alimentando al perro negro. Cada vez que te enfocas en actividades espirituales estás alimentando al perro blanco. El perro que alimentes más, eventualmente crecerá más fuerte y vencerá al otro.

Esta ilustración dramática puede motivar a los cristianos a un comportamiento santo, pero ¿está basada en quiénes somos en realidad en Cristo? Debido a que Dios nos libró del dominio de las tinieblas y nos transfirió al reino de Su amado Hijo (Col 1:13) ¿podemos estar en ambos reinos? Cuando Dios declara que no vivimos según la carne sino según el Espíritu (Rom 8:9), ¿podemos estar en la carne y en el Espíritu simultáneamente? Cuando Dios dice que antes éramos oscuridad pero ahora estamos en la  luz del Señor (Efe 5:8) ¿puede ser posible que estés tanto en la luz como en la oscuridad? Cuando Dios declara que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Cor 5:17) ¿podemos ser parcialmente nuevas criaturas y parcialmente viejas?

Pero ten cuidado, ¿puede un cristiano pecar? ¡Claro que sí! Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros (1 Juan 1:8) Pero haber pecado y ser pecado son dos cosas completamente diferentes. Cuando escogemos andar en la carne, pecaremos, pero como 1Juan 2:1 nos recuerda, no tenemos que hacerlo: Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis

Por Neil Anderson

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